Charlamos con Mariana Palomino, artista que visitó el pasado 26 de febrero el Centro de Acogimiento Residencial 'Jiribilla', en Valsequillo (Gran Canaria), dependiente de la Consejería de Política Social y Accesibilidad del Cabildo de Gran Canaria y gestionado por Fundación Diagrama. Nos habla sobre la relevancia del arte y la cultura en el proceso de inserción social y laboral de los jóvenes, así como en su desarrollo humano, entre otros temas de interés.
¿Qué papel puede jugar el arte como herramienta de inserción para las personas jóvenes que se encuentran en una situación vulnerable o en dificultad social?
La cultura representa lo más importe de un pueblo, creando valores y lazos. Es una vía para conectar con las personas, reactivando el sentido de pertenencia y comunidad. Es decir, en estas situaciones especiales, la cultura crea una sinergia fundamental para la reinserción en la sociedad.
¿Cuáles son los elementos más positivos que podemos encontrar en el arte como expresión emocional?
El arte en todas sus facetas es un vehículo muy importante para transmitir y entender las emociones. Es un recurso vinculado a la educación emocional, social y creativa. Para el desarrollo integral de la persona no solo es necesario ser competente a nivel de contenidos curriculares, también es imprescindible conocer nuestras emociones y saber trasmitirlas, así como saber entender las emociones de los demás.
¿Qué importancia tiene el estado de ánimo de una persona a la hora de llevar a cabo una obra artística? ¿Pueden variar esas emociones durante la elaboración?
Es una fortuna dedicarle tiempo a algo que realmente nos apasione. La curiosidad es uno de los motores más potentes que existen. Por una razón u otra, se produce un chispazo en el que se empieza a escarbar, creando una investigación. Nuestros sentidos nos hacen llegar intuitivamente a la emoción de formalizar lo que imaginamos. Es un proceso único que cada uno experimenta de forma diferente.
¿Cómo describirías tu visita a ‘Jiribilla’?
Los participantes y colaboradores que activamos estas intervenciones de la vida comunitaria actuamos de mediadores. Es decir, planteamos proyectos participativos para beneficio de los jóvenes, concibiendo el trabajo como terapia unificadora.
¿Qué es lo que más te sorprendió a la hora de trabajar con los jóvenes atendidos en ‘Jiribilla’?
La buena disposición para realizar la actividad y la emoción y energía que transmiten.
Teniendo en cuenta su situación actual, ¿dónde crees que pueden encontrar mayor inspiración las personas atendidas por Fundación Diagrama?
El trabajo en equipo y la cooperación puede ser una buena herramienta de inspiración para estos jóvenes. Hacer hincapié en sus intereses y sueños, así como en la tenacidad en conseguir aquello que se propongan.
¿Cómo valoras los distintos talleres y actividades de carácter artístico que desarrolla la Fundación?
Tener experiencias significativas que permitan construir un sentido de pertenencia en el centro es un logro derivado de la integración de los alumnos. Para ello les ayuda participar en distintos talleres y que cada uno se ajuste a sus trayectorias y contextos, utilizando de manera dinámica los recursos culturales disponibles.
¿El arte puede cambiar la vida de una persona?
El arte como herramienta al servicio de la sociedad es una oportunidad para los colectivos más vulnerables. Es la necesidad de las personas para expresarnos y comunicarnos con el resto de la sociedad, acerarnos a otras realidades y reflejar nuestras inquietudes. Para crear cambios positivos. Se trata de una experiencia que nos da la posibilidad de conocernos mejor y descubrir aquello de lo que somos capaces. El arte despierta en nosotros la motivación para cambiar las cosas. En definitiva, el arte al servicio de las personas se convierte en una herramienta muy poderosa para lograr el cambio social y demostrar que un mundo mejor es posible.