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"Quería estudiar, trabajar, ayudar a mi familia, y Diagrama me ha ayudado a conseguirlo todo"

Hamza es de Marruecos y llegó a España escondido en un barco siendo menor de edad, en compañía de un amigo. Tras un periplo que lo llevó a recorrer ocho ciudades españolas, y a probar fortuna en Bélgica y Alemania, fue atendido en el Centro de Acogida ‘El Acebo’ de Santander, dependiente del Instituto Cántabro de Asuntos Sociales de la Consejería de Sanidad y Servicios Sociales del Gobierno de Cantabria y gestionado por Fundación Diagrama. Allí recibió apoyo y formación, regularizó su situación, aprendió español y entró en el Programa de Formación Profesional Inicial de Ayudante Técnico de Cocina desarrollado por la Fundación. Además, a través del Programa Labor, dependiente del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, los profesionales de Diagrama le guiaron en su proceso de inserción sociolaboral y actualmente trabaja en un restaurante de Santander.

¿Cuándo y por qué decidiste salir de tu país?
Lo decidí hace mucho, estuve intentando venir a España desde 2007, y en 2011 tuve la suerte de conseguirlo. Vine porque mi familia es pobre. Lo pasaba mal, tengo tres hermanas y tres hermanos. Algunos están trabajando y otros no. Yo era pequeño y veía que mis hermanos no podían ayudar en casa, y yo quería ayudar a mi familia.

¿Cómo llegaste a España?
Vine con un amigo. Era menor de edad. Llegué a Algeciras y luego me quedé allí con unos amigos unos días.

Me marché de casa un viernes. Lo recuerdo porque saludé a mi madre y le dije “madre, ojalá llegue a España para buscar una nueva vida, porque aquí no queda nada”. “No, hijo, quédate aquí”, me dijo ella, y yo le dije que no. Me fui con mi amigo al puerto por la noche y tuvimos que saltar al agua para llegar al barco. Tuvimos la suerte de que no nos vio la policía y conseguimos subirnos encima de las hélices. Corríamos el riesgo de que si caíamos íbamos a morir, pero nos daba igual.

¿Qué esperabas encontrar en Europa, y en particular en España?
Pensábamos que después de Marruecos aquí íbamos a tener una vida buena, que íbamos a encontrar trabajo, a ayudar a nuestra familia, pero no fue así. Nos encontramos una vida difícil. Tienes que conseguir los papeles, un trabajo, aprender el idioma… Y eso cuesta muchísimo.

¿Cómo fue tu experiencia en España?
Después de Algeciras fuimos a Valencia. Allí nos cogió la policía y nos llevaron a un centro. En él íbamos a clase a estudiar, nos daban de comer, teníamos donde dormir… Así seis meses. Pero no podía conseguir los papeles y me tuve que ir.

He estado en ocho ciudades en España. He tenido que dormir en la calle y tenía que conseguir comida para sobrevivir.

Así hasta que llegué a Santander. Cuando llegué me metieron en un centro. Allí tuve tiempo para pensar, y lo pasaba mal porque echaba mucho de menos a mi familia, a mis amigos, mis estudios allí, mi cultura, mis costumbres… todo. No podía ni dormir porque no tenía dinero ni futuro. Lo pasé fatal.

Me pusieron a estudiar; intentaba hacer algo con mi vida, hacer amigos, pero por las diferencias culturales me costaba muchísimo. Con el tiempo decidí marcharme a otro país, porque no tenía motivos para quedarme: aquí no tenía familia ni amigos, no tenía a nadie.

¿Probaste suerte en otros países?
Decidí irme a Bélgica porque tenía familia lejana allí. Pensaba que me iban a cuidar, a ayudar, a darme de comer… Fue en 2012, ahorré un poco de dinero y me fui en autobús. El billete me lo compró un amigo porque yo seguía sin papeles.

Llegué a Bélgica y fui a casa de mis familiares. Los primeros días me trataron bien, pero después me empezaron a decir que tenía que ir a un centro. “Ya no te puedes quedar aquí, tienes que buscarte la vida”, me dijeron. Me di cuenta de que en esta vida nadie te cuida si no tienes a tu familia más directa.

Entonces me fui a Alemania y estuve nueve meses en un centro. Me cuidaron bien, me daban de comer y lo que necesitaba. Pero allí no te dan los papeles. Te dan de todo: estudios, comida, dinero, ropa… Pero me faltaba algo, los papeles para poder trabajar. Eso es lo que quería conseguir y allí no podía conseguirlo.

Tuve que marcharme otra vez y volver a España, a Santander.

¿Por qué decides volver?
Decidí marcharme de Alemania porque me llamó un amigo que estaba en Santander en un centro, y me decía que llevaba un tiempo aquí, que le trataban bien, le daban de comer bien, le llevaban a estudiar… Y eso es lo que necesitaba yo: alguien que me tratara bien, me ayudase y me diera su apoyo.

Cuando llegué de Alemania tenía la intención de que me llevaran a ese centro y busqué a la policía para que me llevaran. Ese centro era de Fundación Diagrama (el Centro de Acogida de Menores ‘El Acebo’).

¿Qué es lo que te ha aportado el paso por el Centro ‘El Acebo’?
Allí me encontré con gente muy amable que me trataba muy bien. No me faltaba de nada: me dieron ropa, me daban comida, me cuidaban, me daban su apoyo, su atención, y me sentía como si fuéramos una familia. Me trataban muy bien los educadores, y el director sabía perfectamente nuestra realidad, porque él también es de fuera.

Llevaba poco tiempo en el centro, estaba estudiando, aprendí a hablar español y entré en el Programa de Formación Profesional Inicial de Ayudante Técnico de Cocina. Me saqué el título y fui el mejor de la clase. Saqué 10. También estuve en el Programa Labor de Fundación Diagrama para aprender a buscar trabajo, hacer mi currículum… Luego me fui a hacer prácticas a un restaurante y después me llamaron para que me quedara allí a trabajar.

Desde que llegué al centro les conté mi realidad y todo lo que quería: estudiar, trabajar, ayudar a mi familia, buscarme bien la vida… Ellos me han ayudado a conseguirlo todo. Gracias a Diagrama, a los educadores, al director…

¿Cómo te sientes ahora?
Después de las prácticas me llamaron para trabajar en el sitio en el que las hice, y allí me quedé, aunque ahora estoy trabajando en otro restaurante. Ya tenía 18 años y me alquilé una habitación para empezar a vivir por mi cuenta. Me sentí contento porque ya tenía lo que vine a buscar: felicidad, un trabajo, podía ayudar a mi familia… Les ayudo mandándoles lo que puedo. Ellos están muy felices. Cuando fui a Marruecos a verlos en mis vacaciones, estaban muy orgullosos por todo lo que había conseguido.

¿Qué mensaje darías a los menores que están en el centro?
Si pudiera decirles algo a todos los chavales menores que han venido a España como yo, les diría que aprovechasen el tiempo y no hicieran tonterías. Si vienes a hacer lo que no debes, te vas a quedar sin nada; pero si has venido a buscarte la vida honradamente lo puedes conseguir, como me ha pasado a mí.